jueves, 7 de abril de 2016

Boris Viskin. La belleza llegará después. Museo de Arte Moderno





Desde un principio la ficha de entrada te hace el anuncio. "Esta exposición no es una retrospectiva." Y en realidad podría serlo, pero no lo es. Es una suerte de muestra del cúmulo del trabajo del artista a lo largo de los años donde no sólo se muestran sus obras, sino su maduración artística y hasta qué punto de la creación ha llegado.


Personalmente antes de la exposición no conocía al artista y, es más, ni siquiera había escuchado su nombre, pero me sorprendió la simpleza con que crea sus obras. Su técnica más usada (el Colage) puede ser bien una de las más sencillas y ocupadas en el medio, pero pocas personas como él logran una armonía de la obra con el espectador.

Y es que creo ese es el acierto de su obra. No limitarse a el pensamiento del artista, sino dialogar con el propio especator. Crear una suerte de confidencia al momento de colocarse frente a la obra.

Una parte importante a mencionar son los "diálogos" o pláticas que funcionan también como fichas de sala colocadas en cada obra. No  sólo funcionan como una especie de explicación de la obra, sino es más un medio para lograr este diálogo, donde el artista hace ver al espectador que esa obra no es sólo suya, sino la obra es de quien la observa, de quien inter-actuan. El "a todos nos ha pasado y yo aquí lo plasmo".

Obras que entran en el dadaísmo más que en el cubismo.


Es más que recomendada la exposición. Salirse un poco del régimen de las obras que nos ofrecen sólo un pensamiento propio. Entrar al pensamiento global. A la interacción global del concepto.




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